domingo, 30 de noviembre de 2008

Eclesiología, eje de nuestro itinerario formativo

Retomamos el itinerario formativo diseñado para estos cuatro años, concretamente sobre la Eclesiología. Cierto es que en los últimos correos remitidos el pasado curso cofrade, ya esbozabamos de manera resumida los primeros pasos que fundamentaban nuestro acercamiento en el estudio y profundización de esta rama de la teologìa cristiana.Convendría recordar lo dicho anteriormente, aquí y ahora, aunque sólo sea por respetar la necesaria vinculación entre bloques temáticos y su continuidad en el desarrollo de este curso cofrade.



Pincha en "comentarios" para profundizar sobre lo explicado en las sesiones presenciales que periodicamente tenemos en nuestra Casa Hermandad.

3 comentarios:

Leo dijo...

¿Qué es la Eclesiología?
La Eclesiología es la parte de la teología cristiana que dedica su estudio al papel que desempeña la Iglesia como una comunidad o entidad orgánica, y a la comprensión de lo que "Iglesia" significa: su papel en la Salvación, su origen, su relación con el Jesucristo histórico, su disciplina, su destino y su liderazgo. Es, por lo tanto, el estudio de la Iglesia como algo en sí mismo, y del auto-conocimiento de la misión y papel de la Iglesia.
La Iglesia es a la vez sujeto y objeto de fe.
La Iglesia como comunidad de creyentes, es la reunión de muchos sujetos que creen en la Revelación de Dios y que constituyen por ello un sujeto social y colectivo de fe. En este sentido, la Iglesia como sujeto de fe y comunidad creyente es portadora de la autocomunicación de Dios y nace como tal como comunidad que responde de manera voluntaria a la acción de Dios.
Pero la Iglesia es también objeto de fe. Podemos afirmar que la Iglesia desde los tiempos apostólicos ha incluido en el símbolo y en el credo de su fe la autocomprensión de su propio misterio, es decir, toda la comunidad creyente ha manifestado su fe en la Iglesia.
Algunas implicaciones que se derivan de estas afirmaciones pueden ser:
a) Por ser la Iglesia una realidad que ante todo debe ser creida, transciende a toda reflexión dentro de esquemas puramente sociológicos, ya que solo en parte puede ser comparada con sociedades inmanentes y mundanas.
b) El que la Iglesia sea una realidad que debe ser creía por los fieles significa que los creyentes profesan su fe en el Dios uno y trino que se ha comunicado a los hombres y que está presente en la Iglesia con su acción salvadora.
c) El que la Iglesia sea objeto de fe implica un radical compromiso de abrirse a la acción de Dios y de presentarse ante el mundo como el lugarde encuentro salvífico del Hombre con Dios.
Propiedades de la Iglesia
"Creo en la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica....."
De esta manera afirmamos en el Credo de la Iglesia, y de una manera repetitiva y sistemática las características esenciales o propiedades que la definen.
Habitualmente, en la presentación de estas características, se sigue el orden tradicional (unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad), que parecen vincular las dos primeras al plan salvífico divino y las otras dos a su evolución histórica.
Sin embargo, trataremos de profundizar en ellas, partiendo de dentro hacia fuera, de lo mas esencial a lo mas externo, de lo más nuclear a lo mas periférico, por decirlo de alguna manera

Iglesia Santa
La Iglesia es Santa porque está íntimamente ligada a la Trinidad y al plan salvífico de Dios. Ya en el Antiguo Testamento, el pueblo de Israel era considerado santo y consagrado. Esta es la meta a la que Dios llama a la Iglesia. Es el nuevo pueblo de Dios, un "pueblo santo", cuyos miembros están consagrados por el bautismo y son llamados a la Santidad.
La Santidad es sobre todo don de Dios, absolutamente gratuito.
La Iglesia es santa porque tiene como cabeza a Cristo, que es santo, y la ha amado hasta dar la vida por ella, haciéndola "toda gloriosa, sin mancha ni arruga, santa e inmaculada" ( Ef 5, 25-27).
Por otra parte, la Iglesia está formada por pecadores, hoy, y en sus momentos primitivos (Mt 26, 47-50; He 5,1-11; 1 Cor 5,1-5) Recientemente, esta enseñanza la ha hecho suya el Concilio Vaticano II, que recuerda la santidad de la Iglesia, pero también la presencia del pecado entre sus miembros y la necesidad de una continua renovación espiritual.
La Iglesia es santa, por la presencia del Espíritu Santo, enviado continuamente para santificarla y renovarla (Lumen Gentium 4) y en virtud de su unión con Cristo que le comunica la plenitud de sus dones (Lumen Gentium 7).
Por eso la santidad es también tarea. Porque siendo santa y a la vez necesitada de purificación, la Iglesia no descuida nunca la penitencia y su renovación (Lumen Gentium 8).
En síntesis, se desprende que de la propiedad de la Santidad de la Iglesia, se desprende que no se excluye en absoluto la presencia del pecado en la comunidad fundada por Cristo, de modo que santidad y pecado se presentan como dos realidades en tensión recíproca.

Una sóla Iglesia
El Nuevo Testamento, presenta a la Iglesia difundiéndose por el mundo: surgen rápidamente nuevas Iglesias locales, y todas se reconocen como parte de la única Iglesia fundada por Cristo.
Jesús mismo se refiere a la unidad de la Iglesia tanto cuando habla de ella utilizando la imagen del único rebaño (Jn 10,16) como cuando en la última cena pide al Padre que conserve a la comunidad cristiana en la unidad, como testimonio ante el mundo de su origen divino (Jn 17,20 ss)
Esta unidad encuentra su último fundamento en la Trinidad: la Iglesia es UNA porque hay un único Padre (1 Cor 12,6) un único Señor Jesús, (1Cor 12,4) y un único Espíritu Santo (1 Cor 12,4. 7-13)
Elementos visibles de la unidad: unidad de doctrina, de culto y de comunión de vida.
En particular la unidad doctrinal comprende la profesión de una sola fe, que se expresa concretamente en la aceptación de la enseñanza de los apóstoles.
La unidad de culto, se manifiesta y realiza en cambio, en la celebración de un único bautismo (Ef 4, 3-6) y de una única Eucaristía (1 Cor 10,17)
Cuando alguna de estas estructuras esenciales-especialmente la unidad doctrinal- es quebrantada, la unidad de la Iglesia se ve fragmentada o resquebrajada, introduciendo la herejía o el cisma. (Cisma entre Oriente y Occidente, Reforma protestante...)
El Concilio Vaticano II, se refiere a la unidad de la Iglesia , como Don de la Trinidad (LG 4), se verifica en Cristo y por medio de Cristo, se funda en el Bautismo y en la Eucaristía, en el Ministerio del Papa, y por lo que concierne a la Iglesias locales, en los obispos (LG 23)
Sin embargo unidad doctrinal y cultual no significan uniformidad anuladora. Desde el principio se observa en la Iglesia una cierta variedad cultual, formulaciones dogmáticas diversas y opciones pastorales pluralistas, que, lejos de atacar a la unidad eclesial, permiten una mayor adhesión a las diversas situaciones concretas en las que se desarrolla la misión apostólica. (Como nuestro carisma cofrade)

Iglesia Católica
La Unidad de la Iglesia no puede separarse de su Universalidad, de su Catolicidad.
Cristo ha fundad una sola Iglesia, a la cual le ha confiado la misión de predicar a todos los pueblos su evangelio. Como la unidad de la Iglesia remite a Cristo, que es su único fundamento, así la Universalidad de la Iglesia remite al Espíritu Santo, que es su principio animador y la fuente de la multiplicidad de los carismas.
Así al afirmar que la Iglesia es católica, queremos decir que está abierta a todos los pueblos.
De nuevo, el Vaticano II ha vuelto sobre esta temática y la ha ampliado, sobre todo al tratar de la naturaleza de la Iglesia." La catolicidad que adorna y distingue al pueblo de Dios es don del Señor. Gracias a él la Iglesia tiende a centrar a toda la humanidad en Cristo cabeza, en la unidad de su espíritu.( LG 13)
Sin embargo, la Iglesia es universal no solamente porque reúne en si a todos los hombres, sino también porque sabe acoger, coordinar y sublimar las peculiaridades de cada pueblo (LG 13)
Catolicidad significa pues apertura a una amplia pluralidad. La Iglesia es ciertamente una, pero representa una gran variedad de formas, que afecta a la disciplina, al culto e incluso a las formulaciones doctrinales, y que es indicio de una notable capacidad de inculturación del depósito apostólico en los tiempos, lugares y mentalidades más diversos.

Iglesia Apostólica
La Iglesia es apostólica por estar fundada en los Doce. Pero este lazo se prolonga en nuestros días, porque la iglesia de hoy esta fundada sobre el colegio episcopal con el papa en la cabeza, que es la continuación del colegio apostólico con Pedro como cabeza.
La apostolicidad es pues, la propiedad en virtud de la cual la Iglesia mantiene su identidad original a través del tiempo, a pesar de los cambios impuestos por el encuentro con las diversas culturas.
El Vaticano II, propone de nuevo esta enseñanza (LG 8) introduciendo algunos rasgos característicos. Así, representa a las Iglesias particulares como realizaciones de la unidad católica de la Iglesia en un lugar determinado, y fundamenta la actividad misionera en la apostolicidad de la iglesia (LG 26)
Los niveles en los que se realiza esta propiedad esencial de la Iglesia son absolutamente inseparables entre si. La Iglesia de Cristo, es apostólica por su origen, por su enseñanza y por su ministerio. Estos tres lazos, con los apóstoles, permiten también reconocer en la Iglesia la realización sustancialmente completa del designio salvifico de Jesucristo.


Continuaremos....
Hermandad de la Santa Cruz
Diputación de Formación.

Leo dijo...

Siguiendo con nuestro itinerario formativo anual, que como ya sabéis está dedicado este año a la Eclesiología, os proponemos para la siguiente sesión formativa el tema del:
Origen y Fundamento de la Iglesia

Analizamos en nuestra primera sesión, las características o propiedades que definían a la Iglesia ( Una, Santa, Católica y Apostólica ) así como la dualidad que también define a la Iglesia en cuanto a objeto de fe ( Iglesia que cree en si misma en cuanto a realidad que debe ser creída por los fieles y que implica un compromiso de actuación por parte de los fieles); y en cuanto a sujeto de fe ( la Iglesia como comunidad de creyentes con su dimensión eclesial, comunitaria y sacramental )


No podemos afirmar que el origen y el fundamento de la Iglesia se encuentra en un solo acontecimiento o hecho decisivo en el que Dios o Jesucristo hayan actuado de forma independiente. El nacimiento de la Iglesia se produce a través de una fundación gradual que se realiza dentro de la Historia de la Salvación y que abarca necesariamente los siguientes aspectos:

1) prefigurada en la Creación;
2) preparada en la Historia de la Antigua Alianza dentro del Antiguo Testamento;
3) instituida expresamente por las obras del Jesús Histórico;
4) culminada en su Cruz y Resurrección; y
5) definitivamente establecida con el envío del Espíritu Santo en Pentecostés.

A modo de resumen, comentaremos aunque sea superficialmente aquellos aspectos mas relevantes en el origen y fundación de nuestra Iglesia.

Jesús e Israel: El Reino de Dios.

Israel siempre tuvo conciencia de ser el Pueblo de Dios, el Elegido, la comunidad de derecho en la que debe realizarse la justicia de Dios. Así mismo, Dios establece en el pueblo de Israel su señorío, y como consecuencia de esta relación única, Israel no sólo siente fundada y legitimada su existencia, sino que sabe también que tiene confiada una misión ante los demás pueblos, a los que tiene que dar a conocer el único y verdadero Dios.
La aparición de Jesús y su predicación totalmente centrada en la realización del Reino de Dios, es preciso entenderlas en este clima de espera y esperanza por parte del pueblo de Israel.
En su predicación, Jesús no dio una definición precisa del Reino de Dios, sino que habló de el en parábolas, y lo puso de manifiesto mediante signos ( sus milagros).
Sin embargo, el Reino anunciado por Jesús, trae la gracia y la salvación a todos los hombres y en todas sus dimensiones. Es una oferta Universal, dirigida a todos los hombres. Si el Reino de Dios fue el eje de la vida de Jesús, también lo será de la vida de la Iglesia.
Así el Reino de Dios anunciado por Jesús, no se puede separar de la comunidad de Israel. Al contrario, a través de ella, se realiza la constitución del nuevo pueblo de Dios, es decir, del nuevo y definitivo Israel. De este modo se deja entrever una dimensión eclesial en el corazón mismo de la predicación de Jesús.

Jesús, la comunidad de discípulos y los Doce.

Varios grupos de personas son los que aparecen en los evangelios siguiendo a Jesús: "las muchedumbres", a quienes se dirige y se agolpan junto a él; los discípulos; y los doce.
Todo el pueblo, sin distinción es el destinatario de la invitación que Jesús le hace para que acoja el Reino de Dio. La invitación a la conversión y a la fe se dirige a todos. En la perspectiva de esta apertura universal, Jesús privilegia a los grupos mas pobres y marginados, rompiendo con ello las barreras no sólo sociales sino también religiosas de su época.
En la misma perspectiva es necesario ver la elección de los discípulos por parte de Jesús. No son los discípulos los que eligen a Jesús, sino a la inversa; es Jesús el que llama a los discípulos, no para que aprendan a interpretar la Ley, sino para que compartan una experiencia y un comunidad de vida con "el maestro". Por eso los discípulos pueden ser enviados en misión para difundir y anunciar las obras de Jesús, y por eso en ellos se advierte que Jesús no quiere dar la impresión de crear una organización rígida o estructuralmente cerrada.
De entre la comunidad de discípulos que seguía a Jesús, el convoca a un grupo mas reducido con quienes mantuvo una relación mas especial: fueron los Doce
Esta elección es un gesto simbólico que nos habla de la "pretensión de Jesús de restablecer a Israel según su identidad originaria la idea de pueblo de las Doce Tribus. La presencia de los doce y su misión pre-pascual expresan la voluntad de Jesús de inaugurar, con su presencia, su palabra y su actuación, la comunidad del nuevo pueblo de Dios.
Los Doce son testigos y apóstoles (enviados).
La elección de los Doce no contradice la universalidad de la invitación de Jesús precisamente porque su grupo está compuesto de hombres de la mas diversa extracción social y religiosa.
El objetivo de la misión de los Doce coincide, por consiguiente, con la misión de JESUS: anunciar el Reino de Dios y hacer signos con poder que acrediten que el Reino de Dios está presente.
A Pedro se le atribuye un papel especial en el grupo de "los Doce" ( Mateo 16, 17-19 ). Una interpretación válida del texto debe tener en cuenta la visión global de fe en la que se inserta. Jesús quiere fundar la comunidad sobre Pedro. La imagen que Mateo utiliza aquí es la de Casa. Ahora bien, la piedra angular de esta misma casa es el mismo Jesús ( Mateo 21,42). Pero Jesús quiere hacer partícipe también a Pedro de la condición de fundamento del edificio de la Iglesia , y precisamente como su representante, Pedro tiene la misión de hacer presente a Jesucristo como ultimo fundamento de la Iglesia.
La imagen de las llaves, significa la concesión de plenos poderes sobre la casa, sobre todo en lo que se refiere a la admisión o exclusión de la misma.

La última Cena

Entre los acontecimientos de la vida de Jesús es preciso destacar la Ultima Cena, como una etapa importante en el proceso de constitución de la Iglesia.
Una doble perspectiva debe de tenerse en cuenta para entender el significado de esta ultima cena: expiación-comunión ; símbolo - sacrificio.
La ultima cena: expiación- comunión: en la Cena, Jesús relaciona sus palabras y gestos no solo con un acontecimiento pasado, sino sobre todo, con una realidad presente: su propia persona que se encuentra ante una muerte inminente. Por eso identifica el pan y el vino con su cuerpo y con su sangre y de esta forma vincula la cena con su muerte, interpretándola como sacrificio por muchos, es decir, por todos, y como comunión con Él. Identificamos aquí la figura veterotestamentaria del Siervo de Yaveh, que sufre y da su vida por la salvación de los hermanos.
La ultima cena: símbolo y sacrificio. Las palabras y gestos de Jesús no solo descubren el sentido de su muerto , sino que realizan simbólicamente su propia muerte inminente y con ella el establecimiento de la nueva alianza. La vieja alianza, volvemos al Antiguo Testamento, se pactó entre Dios y su pueblo a través de Moisés ( Éxodo 24,8 ) "tomó Moisés la sangre, roció con ella al pueblo y dijo: esta es la sangre de la alianza que Yahvé ha hecho con vosotros".
La celebración de la Pascual Judía, era el ritual de la renovación de esta antigua alianza o alianza primitiva, y que gracias a la ultima cena, queda sustituida por la nueva alianza.
La cena de Jesús, es por lo mismo, un signo de que Jesús ha pensado y ha querido una comunidad de los que están unidos, de los que han sido incorporados al fruto de su muerte, en el pueblo de una alianza nueva; un pueblo que Él ha querido, mas allá de su existencia, y de su propia muerte; en otras palabras Jesús ha pensado en su Iglesia.

La Resurrección de Jesús y el don del Espíritu Santo

Sólo podemos hablar de la Iglesia en la plenitud de su ser, cuando el grupo de discípulos se reune de nuevo, para constituir, tras las experiencias de la resurrección y de la efusión del espíritu, la llamada comunidad cristiana.
Es precisamente en ese momento, cuando Jesús se manifiesta como Mesías y Señor y es reconocido como tal por los discípulos, cuando podemos hablar de fe cristiana. Y como consecuencia de esa realidad en la Historia de la Salvación, se da el paso del Jesús que predica al Jesús predicado.
Con la experiencia de la Resurrección, cambia decisivamente la actitud en e circulo de los doce, de tal manera que se convierten por definición en los testigos de la resurrección no solo con sus palabras, sino también con su vida.
De aquí brota la misión confiada a los doce, de bautizar y hacer discípulos y por lo tanto, la dimensión eclesial del anuncio de la resurrección.
Por consiguiente es a partir de la Resurrección cuando se reconstruye el grupo de los doce, y podemos decir con mas propiedad que comienza la manifestación histórica de la Iglesia.
La Resurrección es pues el fundamento de la Iglesia porque en ella se hace realidad la fe cristiana, es decir, la fe en Jesús como Cristo y Señor.

Espiritu Santo: co-fundador
Pero para que este hecho se haga realidad plena es necesario el don del Espíritu, siempre activo y operante en la Historia de la salvación, de manera particular en la humanidad y en la vida de Jesús. Como portador del Espíritu, Jesús lo promete primero y después lo entrega verdaderamente como un don.
El relato de Pentecostés del segundo capitulo de los Hechos de los Apóstoles, narra como el espíritu prometido se derrama sobre los apóstoles y sobre cuantos estaban reunidos con ellos.
Con el don del Espíritu se realiza plenamente la revelación de Jesucristo, revelación que constituye el criterio de su identidad y de su constante renovación.

Resumen:

· La Iglesia nace de la dinámica global de la historia de la Salvación, por lo puede hablarse de una fundación gradual de la misma, prefigurada en la Creación, preparada en la Historia de la Antigua Alianza, instituida expresamente por la obras del JESUS HISTORICO, culminada en su cruz y resurrección y definitivamente establecida con el envío del Espíritu Santo.
· Dentro de este proceso global, la cruz y la resurrección de Jesús son el fundamento de la IGLESIA, porque la muerte de Jesús inaugura la Nueva Alianza, que queda sellada con su sangre.
· La fundación de la Iglesia se consuma el día de Pentecostés cuando, reunidos los discípulos, reciben el Espíritu Santo, auténtico principio vital y motor de la Iglesia.



Hermandad de la Santa Cruz
Diputación de Formación

Leo dijo...

Continuamos dando un pasito más dentro de nuestro itinerario formativo dedicado este año como sabéis al estudio de la Eclesiología.
Esta vez no detendremos en lo que es el transfondo y la esencia de toda la Iglesia en el Mundo:
La Iglesia: Una Comunidad llamada al servicio
El Vaticano II presenta a la Iglesia como un sacramento, es decir, como signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano.
Anexamos el el correo la Lumen Gentium, Constitución Dogmática sobre la Iglesia, que junto con la Exhortación Apostólica Christifideles Laici, son los dos documentos base sobre los que descansa el papel de los laicos en la Iglesia y en el Mundo.
Dios es el origen de esta comunión eclesial, a la que llama a todos los hombres. Por eso la misión de la Iglesia consiste en atraer a la humanidad entera, pra que todos los hombres participen de su misma comunión.
La comunión y la misión de la Iglesia tienen su fundamento en el Bautismo, que hace a los creyentes miembros del Pueblo de Dios y continuadores de la misión salvadora de Cristo, mediante la participación en su triple función sacerdotal, profética y real, estudiada en el año pasado en nuestro itinerario formativo.
Para realizar esta misión, encomendada a su Iglesia, Dios ha suscitado en ella vocaciones cualitativamente diversas, para realizar diferentes servicios o funciones. El Vaticano II, al hablar de los miembros de la Iglesia, sienta como principio que el pueblo de Dios, no sólo acoge a personas de las mas variadas procedencias, sino que , además, hay entre sus miembros una diversidad, tanto en lo que se refiere a los oficios como a la condición y modo de vida ( LG 13), de forma que el apostolado lo ejerce la Iglesia por obra de todos sus miembros, pero de diversa manera.
Esta existencia de oficios y vocaciones en la Iglesia hay que enfocarla desde la triple perspectiva de la UNIDAD, la COMPLEMENTARIEDAD, y la DIVERSIDAD, teniendo en cuenta que la unidad es siempre más profunda y más consistente que la diversidad y que cualquier forma de vocación cristiana tiene en común con las otras la llamada a la santidad y a la solicitud por la salvación del mundo, es decir, la preocupación apostólico-misionera.
Así podemos resumir en estos tres términos y de una forma sencilla, cual es la estructura eclesial según el Vaticano II:
CARISMA: es el don gratuito que el Espíritu otorga a una persona para llevar a cabo una determinada actividad o una forma de vida que contribuya a la edificación de la Iglesia y el bien a la Sociedad.
SERVICIO: es la acción que, como consecuencia del carisma recibido, se desarrolla en favor de la comunidad cristiana y de todos los hombres a los que está destinado dicho servicio. Dicho servicio puede realizarse e forma ocasional e, incluso, espontánea o de una manera institucionalizada y estable.
• MINISTERIO: finalmente, es el servicio que, debido a la estabilidad que requiere su ejercicio, es encomendado por el responsable de la Iglesia particular, en un acto público, a las personas que han de desempeñarlo. Actualmente existen dos tipos de ministerios:
o los laicales o instituidos, que hoy día se reducen al acolitado y al lectorado.
o los ordenados, que incluyen al episcopado, presbiterado y diaconado.
Resumiendo, para que la Iglesia pueda realizar su misión de continuar en la historia la obra salvadora de Jesús, Dios suscita en ella distintas vocaciones, respondiendo a las cuales los creyentes realizan servicios y funciones diversas. Es el espíritu santo quien, concede a cada uno la capacidad y la gracia para responder a su propia vocación y realizar las tareas que le son propias.
Para cumplir la misión de la Iglesia de difundir el Reino de Dios en la historia, devolviendo a la creación su sentido originario, los laicos tenemos como vocación específica la actuación directa en los diversos campos de la sociedad humana ( sociales, económicos, políticos...), con el fin de tratar de ordenarlos de acuerdo con el querer de Dios.


Para reflexionar en la próxima sesión del Viernes 20, en la Casa Hermadad:

* Leer la Lumen Gentium, especialmente el capítulo IV : Los Laicos
* ¿Crees que los cofrades tenemos un carisma propio dentro de la Iglesia, o nos limitamos a ser una extremidad, un brazo, un subgrupo dentro de ella?
* ¿Crees que como cofrades se nos exige un servicio concreto que de respuesta a ese especial carisma?
* ¿Que papel juega nuestra Hermandad dentro de este servicio a la Iglesia?

Benedicto XVI

Benedicto XVI
El día de su nombramiento como Papa

Al teclado, nuestro amigo David

Al teclado, nuestro amigo David

Madre de Gracia

Madre de Gracia

La Salve, como plegaria final

La  Salve, como plegaria final